Tras 14 años de la masacre, víctimas de Bojayá esperan la garantía de sus derechos y la protección de su territorio

Tras 14 años de la masacre, víctimas de Bojayá esperan la garantía de sus derechos y la protección de su territorio

Bellavista Nuevo, Chocó, 2 mayo de 2016

Desde el 29 de abril hasta el 1 de mayo, el Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá se reunió en asamblea con aproximadamente 200 personas de los pueblos afrocolombianos e indígenas, en la Iglesia donde ocurrió la masacre de más de 70 personas, el 2 de mayo de 2002.

Durante los últimos tres días, la asamblea recibió a autoridades locales, departamentales y nacionales, entre ellas el Gobernador del Chocó, el Alcalde de Bojayá y dos Representantes a la Cámara por el departamento del Chocó.

Hoy 2 de mayo conmemoramos un aniversario más, con dolor, por la muerte violenta y las heridas de nuestros seres queridos. Nuestro Cristo «reparado» –con nuestros propios esfuerzos- nos acompañará de nuevo para recordar las atrocidades y crímenes que no pueden repetirse. Junto a la no repetición de la guerra esperamos también que, después de 14 años, por fin se reconozcan nuestros derechos, para lograr así la construcción de la paz sostenible en el territorio.

Luego de múltiples y repetidas solicitudes por parte de la comunidad al Estado, este último se comprometió en los últimos tres días a:

1. Realizar el proceso de reparación colectiva e implementar el plan que resulte de la concertación con los cabildos indígenas y las comunidades Afrocolombianas.
2. La Gobernación y Alcaldía se comprometieron a apoyar los espacios para el ejercicio de concertación comunitaria.
3. El Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá presentó a la asamblea la propuesta para la organización del “lugar de memoria y espacio de construcción y formación para la paz”, que viene siendo apoyada por el Centro Nacional de Memoria Histórica, y que ha sido aprobada por la asamblea. A su vez, el Alcalde y el Gobernador se comprometieron a incluir dicha propuesta en los planes de desarrollo departamental y municipal, de tal manera que se pueda garantizar la implementación de la iniciativa. Solicitamos al Centro Nacional de Memoria que nos siga acompañando en este intento por recuperar la memoria del medio Atrato.
4. La asamblea y el Comité valoran que la Fiscalía y Medicina Legal hayan acogido la solicitud del Comité y la comunidad para realizar la individualización, identificación y entrega de los cuerpos de nuestros seres queridos muertos hace14 años en la masacre. Sin embargo, nos preocupa que no estén garantizados los recursos necesarios y suficientes para lograrlo. Esperamos que la individualización y entrega de nuestros seres queridos se realice con plena coordinación y participación de las familias afectadas.
5. La Gobernación del Chocó anunció la voluntad del Presidente del Banco Agrario de abrir la oficina de esta entidad en Bellavista.
6. La Gobernación se comprometió a apoyar las iniciativas productivas y de mercadeo impulsadas por las comunidades en el marco de una mesa de reactivación económica de la zona, teniendo en cuenta las propuestas de comercio justo y sello social para productos por la paz.
7. La Gobernación y la Alcaldía se comprometieron a impulsar la iniciativa del Comité de realizar una brigada que haga una valoración en salud y un plan de atención permanente e integral, tanto físico como sicológico, y personalizado para los más de un centenar de víctimas lesionadas por la pipeta del 2 de mayo de 2002.
8. Las autoridades competentes, en cabeza del Gobernador del Chocó se comprometieron a garantizar la seguridad en el territorio. Sin embargo, alertamos a la comunidad nacional e internacional sobre la presencia de actores armados ilegales y el auge y reaparición del fenómeno del paramilitarismo en la región, amenazando, extorsionando y generando terror y miedo en las comunidades de los municipios de Bojayá y Vigía del Fuerte. Nos preocupa la presencia de paramilitares en la zona donde todavía se encuentran los miembros de la guerrilla de las FARC. No queremos la repetición de los combates que llevaron a los crueles hechos del 2 de mayo de 2002.

Finalmente, con respecto a los Acuerdos de la Habana, el Comité y la asamblea solicitaron reunirse con el Comité de Testigos, integrado por la Diócesis de Quibdó, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Compas, Danilo Rueda y Jesús Flórez, para valorar con ellos los riesgos en el territorio.

Reiteramos que el acto de reconocimiento de responsabilidad por parte de las FARC no finalizó el día 06 de diciembre de 2015, sino que se abrió un proceso para la reconciliación que exige de las FARC la no repetición de las violaciones a nuestras comunidades.
El Comité y la asamblea reiteraron la necesidad de que las Naciones Unidas continúen acompañando este proceso en Bojayá para lograr la garantía y respeto de nuestros derechos.

Para Mayor información puede contactar al Comité de Víctimas de Bojayá, a través de:
Leyner Palacios 321 6360598
José de la Cruz 3216433025

 

Galería de Imágenes: Guakuko- Red de Comunicación Popular del Chocó

Dos excelentes crónicas sobre lo acontecido el 6 de diciembre en Bellavista

Recomendamos dos crónicas que relatan lo acontecido el pasado 6 de diciembre en Bellavista, Bojayá.

La primera es la excelente crónica de Paco Gómez Nadal, que con su habitual sensibilidad y afilado y crítico análisis, nos relata lo acontecido en Bellavista durante el acto de “Reconocimiento Temprano de Responsabilidad” protagonizado por las FARC. La crónica, publicada en diagonalperiodico.net, incluye una excelente información de contexto para cualquier público no conocedor de los hechos.

La paz (también) se hace en la guerra

cronica_Bojaya

La segunda crónica recomendada fue publicada por la revista Semana, y al decir del mencionado Gómez Nadal, se trata de «un trabajo honesto con una mirada compleja».

«Ojalá algún día seamos perdonados»: FARC

cronica2_Bojaya

___________

La imagen que ilustra esta entrada en el home es una foto de Jesús Abad Colorado, e ilustra ambas crónicas.

Pueden acceder a ambas crónicas desde los enlaces correspondientes o haciendo clic en las imágenes, capturas de pantalla de ambos medios, que se incluyen en esta entrada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bojayá: donde la reconciliación y la paz tienen una oportunidad

El municipio de Bojayá fue el protagonista este domingo 6 de diciembre de 2015 de una jornada histórica para Colombia. En el viejo casco urbano de su cabecera, Bellavista, se celebró el primer acto de Reconocimiento Temprano de Responsabilidad por los actos de guerra ante las víctimas de los mismos.

La guerrilla de las FARC ya había expresado en diciembre de 2014 su voluntad de reconocer su responsabilidad en la masacre del 2 de mayo de 2002 que costó la vida a 79 personas en la capilla de Bellavista, tras la explosión de un pipeta-bomba. Ahora, tras un año de intensas consultas en la comunidad, las FARC-EP pidieron perdón y asumieron su responsabilidad frente a unas 350 personas de la comunidad, entre los que estaban supervivientes del suceso, familiares de algunos de los fallecidos y víctimas del desplazamiento masivo posterior.

La delegación de las FARC-EP estaba encabezada por el comandante Pastor Alape, miembro del Secretariado General y comandante del Bloque Magdalena Medio, y junto a él estaban los comandantes Isaías Trujillo, jefe del Bloque José María Córdoba y miembro del Estado Mayor Central de las FARC-EP, Benkos Biohó, del Frente 34, Pablo Atrato, del frente 57 o la comandante Érika, entre otros.

Al acto, de carácter privado y sin presencia de medios de comunicación, también asistieron el Alto Comisionado para la Paz del Gobierno Colombiano, Sergio Jaramillo, la directora de la Unidad de Víctimas, Paula Gaviria, representantes de los países garantes del proceso de paz (Noruega y Cuba) y de uno de los países acompañantes (Chile). Además, junto a la Comisión de Víctimas de Bojayá, estaban los representantes de las organizaciones testigas de este proceso de reconocimiento de responsabilidad: la Diócesis de Quibdó, la Comisión Intereclesial Justicia y Paz, la Red Comunidades Construyendo Paz (COMPAZ) y Jesús Alfonso Flórez, en representación del sector académico.

El acto comenzó con un acto de armonización por parte de tres jaibanás embera dóbida, que llevaban ‘limpiando’ el territorio desde el día anterior. Además, la comunidad se conmocionó con la obra de teatro “Entre ruinas”, realizada por jóvenes de Bellavista y de Vigía del Fuerte y dirigida por Inge Kleutgens. Una brutal representación de la vida antes, durante y después de la masacre en este golpeado municipio del Medio Atrato.

Las palabras de Pastor Alape, en nombre de las FARC, y de tres miembros del Comité de Víctimas (Leyner Palacios, Delis Palacios y Plácido Bailarín), de Sergio Jaramillo y de los testigos fueron alternadas con cantos de alabaos interpretados por un grupo de mujeres y hombres de la comunidad de Pogue, una de las más golpeadas por la masacre.

_____________

Todos los videos están disponibles en la correspondiente sección de este sitio y en el canal Youtube o en el FB de la Coordinación Regional del Pacifico Colombiano.

La imagen que ilustra esta entrada en el home ha sido extraída del video de los tres miembros del Comité de Víctimas. En la misma, se visualiza un instante de la obra «Entre Ruinas».

Las víctimas de Bojayá queremos verdad, justicia y reparación

Leiner Palacios, bojayaseño y miembro de la Coordinación Regional del Pacífico, fue uno de los integrantes de la primera delegación de víctimas que acudió a La Habana, en el marco de la Mesa de conversaciones para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera en Colombia en la que participan el Estado colombiano y las FARC-EP.

Leiner era entrevistado justo antes de viajar a la capital cubana por el diario El País de Cali, que publicó la entrevista el pasado 17 de agosto.

Leiner_elpais

Se han seleccionado algunos apartes de esa entrevista (que se puede leer completa en el sitio internet del diario) en los que Leiner expresa:

[Qué piden las víctimas de Bojayá]

Las víctimas de Bojayá queremos verdad, justicia y reparación. Queremos que nos respondan por qué asesinaron a tanta gente, dónde están los desaparecidos, dónde los dejaron. En materia de reparación, esperamos que se mejoren las condiciones de vida de la gente de todo el Chocó. En Bojayá ni siquiera tenemos un médico de tiempo completo ni energía todo el día, cosas tan básicas como esas. Además, continúa la presencia de actores armados ilegales.

[La verdad sobre la masacre]

Sí, por eso nosotros esperamos que este proceso sea de gran aporte para que esa verdad salga a la luz porque la insurgencia, el mismo Estado, y todos los actores armados que tuvieron responsabilidad en la masacre, han intentado ocultar la verdad.

[El perdón]

No estamos preparados, pero sí dispuestos a hacer el ejercicio de perdonar. Aunque es difícil por el dolor que sentimos, sí hay una buena intención.

[El olvido del Estado]

Que recuerde su obligación de garantizar y proteger los derechos de la población de zonas como Bojayá y el Chocó, donde seguimos marginados en educación, salud, vivienda.

_____________

Leiner Palacios en el Conversatorio de conmemoración de los 8 años de la masacre de Bojayá (Bogotá, 23 de septiembre de 2010)

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=Li-izlQYoXg]

Bojayá: de la muerte al emblemático abandono

La población civil, refugiada en un templo, fue víctima de los enfrentamientos entre grupos armados ilegales. 79 personas murieron y miles fueron desplazadas. Memoria de otro olvido.

Publicado en Tras la cola de la rata

Bojayá: de la muerte al emblemático abandono

Investigación: César Romero y Natalia Zapata

Texto y fotografías: César Romero

En el Nuevo Bellavista, cabecera municipal del municipio de Bojayá, en Chocó, el primero de mayo fue un poco distinto a la celebración del resto del país. Mientras en las otras ciudades grandes marchas se gestaban en forma de protesta por oportunidades de trabajo, el TLC, las condiciones laborales, la política actual, el inconformismo mundial, la ley Lleras y demás problemas laborales.

En el Día internacional del trabajo, en el Nuevo Bellavista, no hacían presencia los sindicatos, pues no hay empresas, pero sí se armaba una nueva lucha.

Las pangas, como se les conocen en el río Atrato son lanchas rápidas con capacidad de transportar 20 personas aproximadamente.

Desde días anteriores, los botes y pangas, como se les dice a las lanchas rápidas en esta región, llegaban con más frecuencia al  territorio bojayaseño,  pues en estas llegaban las comisiones de las diferentes organizaciones, periodistas, representantes de la Diócesis de Quibdó y desplazados que no volvieron al pueblo luego del jueves 2 de mayo del 2002, día del emblemático suceso conocido como la Masacre de Bojayá.

Aunque la presencia de fuerza pública ha aumentado, los habitantes de Bellavista no creen que sea la única solución que puede brindar el Estado.

El 30 de abril no fue un día ajeno para la llegada de varias personas al Nuevo Bellavista. En Quibdó, desde la mañana, las nubes, un poco grises, daban indicios de que querían acompañar las pangas rozándolas de lluvia durante su recorrido por el río Atrato, aquel que recorre el 70% de las tierras chocoanas de norte a sur. En la zona de Bojayá, ese mismo día, las nubes daban una gran sombra.

La iglesia de la cabecera municipal, una réplica de la misma en donde caería un cilindro bomba lanzado por las Farc hace diez años, acogía a algo más de 200 personas que presenciaban cómo sus líderes, entre ellos Delis Palacios, representante de ADOM (Asociación de Desplazados del 2 de Mayo), daban a conocer las propuestas y los puntos claves de los cuales hablarían en una concertación con quien ellos esperaban, fuera el Presidente de la República, o sino, un representante de “peso” del alto gobierno. Las palabras que retumbaban en los espacios de la iglesia se referían al olvido del Estado para con el pueblo, llamado por un colega periodista como la segunda masacre de Bojayá.

Las personas de la comunidad bojayaseña hicieron presencia en el Polideportivo de la cabecera municipal (Bellavista) para escuchar a los representantes de la mesa de negociación.

Las condiciones de vivienda, salud, educación, electricidad, agua y procesos agrícolas eran temas que juiciosamente tenían en sus hojas los líderes de la comunidad, divididos en indígenas, líderes comunitarios y representantes de asociaciones, que vieron cómo aquel primero de mayo el Estado se burlaba de ellos. Cuando esperaban la asistencia de un alto funcionario, al polideportivo, lugar donde se hicieron las reuniones del nombrado día, sólo llegaron dos representantes de la Unidad de la Atención a Víctimas y “el secretario, del secretario de tal secretario”. Los murmullos se escuchaban desde las gradas del recinto, varios habitantes gritaron su inconformismo porque el Estado, de nuevo, los dejaba plantados.

“No necesitamos segundones”, se decía en la tarima, en la misma donde unos minutos después el indígena embera Ángel del Miro, quien hacía parte de la mesa de concertación como representante de las 31 comunidades indígenas del municipio, amenazaban con entrar en asamblea permanente y que, si era necesario, haría que los 4.800 indígenas que viven en tierras bojayaseñas se trasladaran a la cabecera municipal hasta que un alto mando del gobierno hiciera presencia y se sentara en la mesa de negociación, donde la propuesta, que había sido entregada 18 de marzo al gobierno para su análisis, fuera debatida.

Las personas de la comunidad bojayaseña hicieron presencia en el Polideportivo de la cabecera municipal (Bellavista) para escuchar a los representantes de la mesa de negociación.

Al final del día, y luego de haberse reunido con Gilberto Murillo, gobernador del departamento del Chocó, los integrantes de la mesa de negociación le contaban a la comunidad que se haría todo lo posible para que el alto gobierno hiciera presencia en la cabecera municipal. Los hombres, mujeres y niños que en las horas de la noche compartían en el polideportivo, se iban a sus casas, de manera lenta y despaciosa. Estaban cercanos los 10 años del imborrable día en el cual las Farc y los paramilitares convertirían un espacio santo para ellos en el peor lugar donde pudieron haber estado en el momento, donde los cantos de los pájaros quedaron oscurecidos por ruidos de disparos y explosiones.

Huellas de pies pintadas en el piso de la iglesia en donde cayó el cilindro, representando la sangre que se derramó en el sitio.

Para el final de abril del 2002, los disparos ya hacían parte de los sonidos habituales de la selva que custodiaba el río Atrato. Los intercambios del fuego cruzaban el río de lado a lado y las Farc presionaban el despliegue de los 200 paramilitares que bajaron del norte del departamento del Chocó, evitando, sin nadie saber por qué, el reten militar sobre el río Atrato en el municipio de Riosucio.

Así, los uniformados de las AUC empezaron a escudarse entre las viviendas al sur del casco urbano de Bellavista, donde las personas del pueblo empezaron a abandonar sus casas de madera para encontrar un mejor refugio, un lugar que fuese construido en cemento y que pudiera albergar a varias personas, es decir, la iglesia. Al templo llegaron varias familias y a la casa de las misioneras agustinas, algunas otras.

Pasaban los días en el hostigamiento del fuego cruzado hasta que en la mañana del 2 de mayo el comandante de la Farc -Jhonover Sánchez Arroyave, alias El“Manteco- ordena el uso de cilindros bomba, mecanismo utilizado en varias regiones del país por aquel grupo guerrillero. Los disparos ya no eran suficientes para detener la arremetida de los paramilitares –del bloque Elmer Cárdenas, comandado por Freddy Rendón Herrera, alias “El Alemán”-.

La impaciencia de la guerrilla en el combate dibujó el camino inicial a lo que sonaba a desgracia, empezaría el lanzamiento de los cilindros. “El primer lanzamiento destruyó una vivienda del centro de la cabecera municipal. El segundo artefacto lanzado cayó un poco más lejos, detrás del centro de salud, pero no explotó. La tercera pipeta destruyó el techo del templo parroquial y estalló al interior del mismo, luego de impactar contra el altar de la edificación religiosa”. Es así como el informe “Guerra sin límites”, difundido en el 2010, narra el hecho que hoy se conoce como la Masacre de Bojayá, aquella que ocasionó el desplazamiento de 5.771 personas y la muerte de al menos 79 de sus habitantes.

La mañana del 2 de mayo prometía un lindo paisaje en el cielo. La tormenta que cruzaba el pueblo en la madrugada dejaba las vías como pequeñas quebradas, pues aunque están pavimentadas, no cuentan con sistema de drenaje.

La iglesia que se construyó en el Nuevo Bellavista es una réplica de aquella en donde hizo explosión el cilindro lanzado por las Farc en el 2002.

Los forasteros que llegaban al pueblo iban con sus vestimentas blancas, estilo papayera. Los habitantes se repartían su luto con diferentes colores. Unos iban de negro por respeto a las víctimas, otros, de colores llamativos, combinación perfecta para su color de piel. Así, entre el sol que no quería perderse detalle de la conmemoración y los brillos de sombrillas, banderines y demás objetos, la marcha empezaba a andar con los pies de las víctimas, algunos indígenas, miembros de la Diócesis y algunos periodistas.

Los marchantes llevaban banderines con los nombres de las personas asesinadas el día de la masacre, que después colocarían en un especie de altar con arreglos florales encima de un improvisado bote.

Los cantos de las mujeres no se hicieron esperar, voces que se escuchaban totalmente sinceras. Las musas de Pogue, las mujeres que cantaban,  adornaban el sonido de los pasos y el murmullo, convirtiéndolas en recuerdos y memoria de la masacre, aquella donde morirían 79 personas que se encontraban en la iglesia que cuidaba el Padre Antún Ramos en aquel 2 de mayo del 2002.

Algunos indígenas acompañaron la marcha de la conmemoración, pues en la avanzada paramilitar del 2002 sus comunidades también se vieron afectadas y experimentaron el desplazamiento.

La conmemoración era el escenario de rencuentro de los desplazados de la masacre que no volvieron por diferentes circunstancias. Luego de darle la vuelta a la iglesia del Nuevo Bellavista, la marcha de las víctimas de la masacre se dirigía al puerto. Allí, los botes y las pangas que estaban a la mano se llenaban al límite para que todos pudiesen ir a rencontrarse “con la nostalgia, el momento difícil”, como lo llama Máxima Asprilla, víctima de la masacre. Al río Atrato no le disgustaba ser parte de la conmemoración. Sus aguas, mansas para el día, colaboraban con el transporte de la comunidad hundida en el recuerdo. “Al ver todo de nuevo dan ganas de llorar, uno piensa que vive el mismo momento (el del día de la masacre)”, recuerda.

En el antiguo Bellavista la hierba se ha adueñado del territorio. Las ruinas permanecen como testigos mudos, los viejos muros del colegio, donde todavía se ve dónde quedaban los grados 10 y 11, se ven de un color verdoso a causa del olvido. La cancha de microfútbol y baloncesto es el lugar de refugio para los militares que custodian la zona y la mayoría de las casas que eran de madera desaparecieron de la vista del viejo lugar. En el Bellavista viejo sólo viven las hermanas Agustinas, quienes llevan varias décadas como misioneras en la región, luchando contra los líderes de los grupos ilegales para el respeto de la población civil en el conflicto armado que afronta el país.

Las personas que integraban la marcha tuvieron que trasladarse hacia el viejo Bellavista en pangas y botes.

La iglesia donde cayó la pipeta de aquel 2 de mayo del 2002 fue reconstruida con el apoyo de a la Diócesis de Quibdó. En el lugar hace presencia el Cristo mutilado, imagen que quedase así tras el impacto de guerra de las Farc. Mientras los ojos de la mayoría estaban puestos en el Cristo mutilado, Monseñor Julio Hernando García lideraba, al lado del sacerdote Antún Ramos, la misa de la conmemoración de los diez años. La luz que se filtraba por los costados de la iglesia era suficiente para resaltar las túnicas de los religiosos, la de García muy blanca, la de Ramos colorida, representativa de alguien afro.

Al pasar de la misa, y entre oración y oración, los cantos de las mujeres hacían parte de esa resistencia, letras que Elizabeth Álvarez o mejor conocida como Lucero, compuso luego de toda la vivencia de la masacre, el desplazamiento, el abandono, la promesa estatal y el hecho de sólo tener un médico en la cabera municipal. Sin dejar por fuera, casi al cierre de la misa, la oración al santo cristo de Bojayá, el Cristo mutilado.

El sacerdote Antún Ramos era el párroco de la iglesia cuando sucedieron los hechos del emblemático caso conocido como la Masacre de Bojayá.

El cristo que adornaba la iglesia antes de la masacre quedó sin algunas partes del cuerpo luego de la explosión. En el momento hace parte de un altar y es llamado el Cristo mutilado.

“La Iglesia no puede suplir, ni debe suplir, los compromisos que tiene el Estado con un pueblo normalmente marginado y olvidado. Acontecimientos como este no pueden llevarnos al olvido. Este es un pedazo del territorio nacional, cubierto también por el dolor y la tragedia”, dice Monseñor García dentro de una iglesia que esta vez no reventaría por una explosión, sino que reventaría por lo colmada y por el sentir, el dolor y la lucha de una comunidad que no quiere ser olvidada por un Estado que le ha prometido y prometido, como en la tarde del 13 de Octubre del 2007, cuando el expresidente Álvaro Uribe prometió al Nuevo Bellavista que al terminar el 2008 contaría con conexión eléctrica permanente y, hasta hoy, sólo hay energía de 6:00 de la tarde a 6:00 de la mañana.

A la salida de la misa, Lucero buscaba con emoción a Monseñor García, pues en el proceso de memoria que lleva a cabo la comunidad está estipulada la creación del santuario en el lugar de la masacre. No sabía a quién dirigirse, en un momento muy corto supo que el asunto del santuario no se discutiría, por lo menos en ese día, pues Monseñor García salió de prisa en una panga hacia Quibdó y nadie más supo decirle qué pasaría algo al respecto.

Con la mirada noble que irradia, Lucero no tuvo otra opción que ir a observar la danza y el teatro que se adueñaron de una de las casas abandonadas del viejo Bellavista. El color rojo, el blanco y la piel negra, mostraban de forma simbólica la pérdida de costumbres con referencia al río, tras la reubicación de la cabecera municipal en el 2007. Allí mismo, de manera creativa, se exponían los desacuerdos con lo hecho por el gobierno, tal como vías pavimentadas que se inundan, casas con acueducto pero sin agua,  además del rechazo total al conflicto armado que azota la región del Atrato.

Cayendo la tarde, y luego de que todos experimentaran la delicia del pastel chocoano, algo similar al “tamal”, las personas retornaban en los botes y pangas a la Nueva Bellavista, dejando atrás un lugar al  que recuerdan con dolor pero con mucho cariño, pues allí es el viejo espacio donde quedaban sus casas, sus cultivos, su río. Un par de horas después, entrada la noche, la última reunión para la conmemoración de esta década de dolor hacía presencia en la Iglesia del Nuevo Bellavista. No había dónde sentarse, los niños peleaban por estar en la parte de adelante, no por estar en primera fila para la presentación del grupo musical de aquel día, sino para poder salir en la transmisión de Caracol Noticias.

El Golpe de Amporá, grupo musical de Quibdó, contagiaba a los asistentes con sus pegajosos ritmos, que llamaban a los movimientos al tocar los instrumentos y al cantar las canciones. El amarillo de sus vestidos hacía que se notaran más en aquel espacio, repleto de repente por los participantes de la mesa de negociación, que, malhumorados, daban la noticia de que el gobierno tampoco había mandado a ningún funcionario de alto rango en aquel día para así avanzar en la concertación y que se procedería a tomar cartas en el asunto, con la posibilidad de concretar en un futuro una movilización del pueblo de Bojayá hacia la capital del país.

2 de mayo del 2012. Diez años después de la masacre la luna acompañaba el terminar del día. La iglesia se desocupaba al terminar los ritmos del grupo musical de esa noche y al conocer un nuevo desplante del gobierno. En Bojayá no se pelea por ser sólo víctima, las personas agradecen las casas que el Estado les dio a medio terminar, ven como adelantos las vías pavimentadas que se inundan, pero se sienten excluidos.

Quieren ser reparados totalmente, que no sólo los vean como las víctimas de la masacre a quienes el gobierno envía grises funcionarios de la Unidad de Víctimas, sino que quieren que se les siga tomando como ciudadanos al que el Estado les debe muchos años de haber mirado hacia otro lado. Ya Bojayá no se representa como la masacre, las Farc, la Iglesia, la pipeta, los “paras”, también incluye en su lista de características al abandono.

2 de Mayo. La noche no era tan oscura a causa del reflejo de luz que brindaba la luna, cerrando así los 10 años de la masacre.

Son diez años de resistencia y de lucha en Bojayá por la no impunidad, por la memoria. Una historia que se muestra cada año en la respectiva conmemoración, pero un relato que a pesar de ser emblemático todavía está en el hilo del olvido de un país desmemoriado, tal y como le pasó a mi compañera de investigación, a quien la llamó una allegada, algo alterada y preocupada, porque le contaron que visitaba un lugar donde había explotado una bomba y quería saber si estaba bien.

César Romero/Tras la cola de la rata

Los habitantes de Bojayá, en asamblea permanente ante ausencia oficial

Texto: Dianne Rodríguez. Fotos: Salomón Echavarría. Más de quinientas personas afros e indígenas del municipio se encuentran hoy en el polideportivo de Bellavista-Bojayá conmemorando la masacre, o crimen de guerra, que padecieron el 2 de mayo de 2002. Han dicho a las autoridades y funcionarios presentes que no se irán hasta que no haya representación con decisión nacional: “la incertidumbre e incumplimientos no admiten soluciones a medias”. En este momento quieren establecer compromisos reales con quienes identifican como interlocutores válidos y con poder decisorio. Consideran que no hay condiciones para realizar la Mesa de Concertación, a donde se lleva el trabajo previo y las propuestas de las comunidades, hasta que no haya representación del Gobierno Nacional.

En la nueva Bellavista hoy no se escuchan de fondo los vallenatos de río, ni el jolgorio propio del espíritu del pueblo; la alcaldía ha decretado 3 días de duelo por la conmemoración de los diez años de la masacre de Bojayá.

El 30 de abril, primer día de duelo, fueron llegando los botes a la cabecera de Bojayá con los delegados de las zonas del municipio, representantes de los cabildos indígenas, de la administración municipal y de varios municipios del Chocó. Se reunieron en la capilla y trabajaron las dos jornadas para unificar las propuestas que llevará el documento que será presentado en la Mesa de Concertación con el gobierno local, regional y nacional. La que han programado para el segundo día de la conmemoración, 1 de mayo.

“Dure lo que dure, cueste lo que cueste, si luchamos como hermanos esta lucha la ganamos” — era uno de los coros que se repetía durante la reunión.

Diez años después, son muchos los aspectos inconclusos de los compromisos adquiridos por el Estado durante el gobierno de Alvaro Uribe, como la interconexión de energía que debió estar lista en el 2008. Basta escuchar el balance de sus pobladores e incluso leer el lema visible en las camisetas del evento—“Bojayá, en camino de la dignidad”—, para entender que el “caso emblemático de reparación” aún tiene cosas que decir.Todavía esperan poder dialogar en la mesa de concertación, donde también esperaban la presencia del Presidente Santos y de algunos ministros invitados. Sin embargo, a las 11 de la mañana de este primero de mayo sólo se encontraban presentes 2 funcionarias de la Unidad de Atención a Victimas y un delegado departamental de la división de victimas del Ministerio del Interior. Se dice que en horas de la tarde arribará la Directora de la unidad de Victimas María Paula Gaviria y el Gobernador del Chocó Luis Gilberto Murillo Urrutia.

Aspectos inaplazables encabezan el documento construido ayer por la comunidad, y que ameritan interlocución, uno de ellos es el mejoramiento de viviendas, programa que dejó por fuera a muchas familias. El déficit de viviendas supera las 2000 familias entre afros indígenas, según afirma el Alcalde Municipal Edilfredo Machado Valencia. Además de lo anterior, en Quibdó permanecen 280 familias que no retornaron y que carecen de vivienda digna, según Delis Palacios, representante Legal de Adom (Asociación de Desplazados Dos de Mayo), quien manifiesta que el gobierno debe reorientar su política de vivienda para que estas familias puedan ser incluidas en los programas y pueda beneficiar a las personas que no pudieron retornar por motivos ajenos a su voluntad.

Muchos son los puntos sin resolver, algunos sobrepasan el territorio municipal, como el dragado de las bocas de rio Atrato, ya que las recurrentes inundaciones dañan los cultivos de pan coger. “Tenemos la paradoja de que cuando el río se inunda daña nuestros cultivos, pero cuando está muy seco no podemos sacar por el rio la producción” dice un poblador.Este último punto, las garantías de sostenibilidad productiva de las víctimas, ha sido uno de los más débiles en este proceso incipiente de reparación.

El ambiente está tenso, y al parecer, si no hay un pronunciamiento de Ministerios y del Presidente Santos las comunidades de Bellavista anticipan que no se devolverán a sus comunidades.

Bojayá llega a Bogotá para reclamar justicia y reparación. Nota de prensa

Diez años desde el crimen de guerra

Bojayá llega a Bogotá para reclamar justicia y reparación

Han pasado 10 años y Bojayá llega a Bogotá a recordar que continúa la violación sistemática de los derechos humanos de las comunidades del Medio Atrato y que se les ha negado el proceso de Verdad, Justicia y Reparación. El 2 de mayo de 2002 la población de Bellavista (Bojayá, Chocó) sufrió uno de los peores crímenes de guerra registrados en el país. 79 civiles, la mayoría menores de edad, murieron en el templo católico de Bellavista en unos hechos que conmocionaron al país.

El día 27 de abril de 2012, a las 9 a.m., en el Auditorio del Museo Nacional comenzará el Foro Bojayá, una década después. En él participan representantes de las dos organizaciones de víctimas de Bellavista (la Asociación 2 de Mayo y el Comité 2 de Mayo), de la Diócesis de Quibdó, del Centro de Memoria Histórica, de la Defensoría del Pueblo y del Departamento para la Prosperidad Social del Gobierno Nacional. El Foro será la antesala de la Mesa de Concertación entre Comunidades y Gobierno Nacional que se celebrará el 1 de mayo en Bellavista (Chocó).

El mismo 27 de abril, a las 2 p.m., en la Sala Manuel Mejía Vallejo de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, se presentarán dos libros. ‘Soy Atrato. Vida y amargos recuerdos de un líder negro’, de Nevaldo Perea, y la reedición revisada y ampliada de un libro de referencia sobre Bojayá: ‘Los muertos no hablan’, del periodista Paco Gómez Nadal. Ambos autores estarán presentes en el acto de lanzamiento y los títulos se podrán adquirir en el stand del Centro de Memoria Histórica.

“Bojayá, una década” es una propuesta de recuperación de memoria y de promoción de la justicia y la reparación para las víctimas que incluye una página web (www.bojayaunadecada.org) donde se ha compilado todos los informes, estudios, documentación e imágenes sobre el crimen de guerra de Bojayá y sus repercusiones en el Medio Atrato. Todas las acciones de Bojayá, una década buscan potenciar la voz de las comunidades de Bojayá en Bogotá y en el mundo, ante instituciones y opinión pública, y son fruto del esfuerzo conjunto de la Diócesis de Quibdó, la Fundación Universitaria Claretiana (Fucla) y la organización internacional Human Rights Everywhere (HREV).

Más información o entrevistas con organizadores o autores: Claudia Patricia Andrade, teléfono: 314 7827726

Correo electrónico: mailto:forobojaya@gmail.com

http://www.bojayaunadecada.org

Descargar  nota de prensa (pdf): Comunicado Bojaya. Nota de prensa 20/04/12

Mesa de Concertación entre comunidades y Gobierno Nacional el 1 de mayo

La conmemoración de los diez años del Crimen de Guerra cometido en Bojayá tendrá como actividad central una «Mesa de Concertación entre las comunidades y el Gobierno Nacional». La Mesa se celebrará en Bellavista, cabecera municipal de Bojayá,  el 1 de Mayo. Un día antes de que se cumplan 10 años desde el crimen de guerra que estremeció el Medio Atrato.

El 2 de mayo se celebrará un acto de culto, memoria y meditación en la misma localidad donde aconteció esta masacre.

El programa de conmemoración, que busca la justicia y la reparación para las víctimas del crimen de guerra, comienza días antes. El 26 de abril, en Bogotá, se realizará una tertulia con el líder afrocolombiano Nevaldo Perea, autor del libro Soy Atrato, y con el periodista Paco Gómez Nadal, autor de Los muertos no hablan. Ambos libros serán presentados en la Feria Internacional del Libro de Bogotá el día siguiente, el 27 de abril, a las 14 h. Justo antes se habrá celebrado el «Foro Bojayá una Década», a las 9 a.m. en el Auditorio del Museo Nacional. En el Foro van a participar representantes de las víctimas (agrupadas en la Asociación 2 de Mayo y en el Comité 2 de Mayo), del Estado (Defensoría del Pueblo y Departamento para el Progreso Social del Gobierno Nacional), de la Diócesis de Quibdó y del centro de memoria Histórica.